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La experiencia desafiante que cambió mi vida

Valentina Luna

Vine a la Mariápolis con el objetivo de hacer un voluntariado con énfasis en mi carrera, es decir, que yo pudiera contribuir con mi profesión a través de un proyecto para la comunidad en la que estaría. Mi miedo siempre ha sido no poder cumplir este objetivo y no lograr relacionarme bien con las personas.


Cuando llegué aquí, Vau y la gente del lugar me dieron la bienvenida. En aquel momento, estaba ansiosa por vivir sola durante un tiempo, por saber cómo me recibiría la comunidad y también por la incertidumbre de empezar a trabajar como voluntaria, ya que aún tenía muchas dudas sobre lo que realmente iba a hacer.


Me impresionó lo receptiva que era la gente. Al principio fue difícil porque no conocía a casi nadie, pero con el tiempo vi que algunas personas estaban dispuestas a ayudar.


El proceso de adaptación fue difícil, ya que me di cuenta de que estar en ambientes con mucha gente genera cierta ansiedad, así que cuando estaba en la oficina casi no hablaba y sentía mucha presión. Siento que di el paso y a veces lograba hablar o relacionarme con la gente, pero otras veces no lo lograba y me sentía incómoda, pero creo que al final me solté un poco más.


Creo que lo más lindo de la experiencia fue la providencia que siempre llegó, porque muchas veces necesitaba algo y, de un momento a otro, llegaba y muchas veces yo dejaba de confiar, pero siempre llegaba algo. También conocí gente que realmente me dio una mano y me ayudó a llevar adelante la propuesta. 


Gran parte de la propuesta se realizó en la Mariápolis propiamente dicha, por lo que tuve la oportunidad de conocer a las familias y a los diferentes habitantes de la Mariápolis. Por otro lado, pude realizar algunas actividades en dos de los proyectos sociales que tienen aquí y fue un gran contraste, porque la realidad allí es muy diferente, con personas más vulnerables.


Esta experiencia cambió mi vida, cambió mi forma de percibir las cosas. El simple hecho de salir del país te da una visión más amplia de lo que pasa a tu alrededor, conocer una nueva cultura, un nuevo idioma, comida, costumbres, personas, momentos, todo eso cambió mi forma de ver el mundo ahora, con más diversidad, con más conciencia de lo que puedo hacer, de lo que puedo aportar a la sociedad con mi profesión.



Siento que podría haber hecho más, pero al mismo tiempo siento que lo di todo en esta experiencia y que entregué cada momento para hacerla realidad. Siento que, de alguna manera, podría haber recibido más apoyo para llevar a cabo los proyectos. Siento que faltó la parte de la comunicación, en el sentido de divulgación, para que la comunidad se sintiera parte del proyecto; pero todo fue una experiencia de aprendizaje.


Me llevo cada momento conmigo, los felices y los tristes, porque cada uno de ellos me ayudó a hacerme más fuerte y crecer como persona, cada momento me hizo ser quien soy hoy. Me llevo en el corazón a cada persona que conocí, cada consejo que recibí, cada palabra de aliento, cada ayuda, cada momento con cada persona.


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