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Voluntariado en Bolivia: una experiencia que transforma

  • Immagine del redattore: María Luz Peña
    María Luz Peña
  • 15 ago
  • Tempo di lettura: 1 min

Karoline Zanon Deon

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Hacer voluntariado en Bolivia no fue solo un viaje, fue una movilización interior. Llegué con muchas expectativas y un poco de miedo, pero pronto me di cuenta de que allí encontraría una nueva forma de ver el mundo. Desde el principio, me sentí muy bien recibida. El lema de la institución es "ser siempre familia", y fue exactamente así como me sentí todo el tiempo: en familia.



Cada día fue una invitación a lo esencial. Estar con las niñas y niños, escuchar sus historias, intercambiar miradas, abrazos y afecto, me enseñó que la vida puede ser mucho más simple de lo que imaginamos, y aun así, estar llena de significado. Cada día aprendí con ellos que la empatía y la presencia son formas profundas de amor. Aprendí a valorar los pequeños gestos, el afecto tranquilo y la escucha atenta.


Al finalizar mi experiencia sentí una gratitud inmensa y un nudo en el corazón al despedirme de todo lo que viví. Fueron meses intensos, llenos de aprendizaje, entrega y conexión verdadera. Yo quería ayudar, pero recibí mucho más: amor, enseñanzas y vínculos profundos. Volví siendo otra persona, con la certeza de que valió cada segundo y con el corazón lleno de recuerdos que llevaré conmigo para siempre.


Esta experiencia marcó mi camino para siempre, y sé que ahora miro el mundo con una mirada más humana y más auténtica.



 
 
 
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