La experiencia de voluntariado en línea en Casa Do Menor en Brasil
Soy Xhovana, soy estudiante y trabajadora. Elegí mi carrera profesional después de una experiencia laboral de un año en una asociación que trabaja en temas sociales. Mi deseo es poder ayudar a los demás y dejar mi huella en la sociedad. Quisiera llegar a tener la conciencia de que mi vida ha servido para algo. Cuando conocí el Movimiento de los Focolares (hace unos dos años), sentí este deseo con más fuerza y encontré a muchas personas que comparten este mismo punto de vista.
Conociendo mi pasión, un amigo me habló del proyecto milONGa y de inmediato comprendí que era la experiencia adecuada para este período de mi vida. Después de visitar constantemente el sitio web y de hacer una rigurosa investigación, el primer proyecto que me llamó la atención fue la Casa do Menor en Fortaleza. Quisiera tener la oportunidad de dar mi contribución ofreciendo ayuda a quienes la necesitan.
Además, me gustaría poder poner a disposición todo lo que he aprendido y estoy aprendiendo durante mi carrera universitaria, pero sobre todo transmitir los valores y enseñanzas que he aprendido viviendo este estilo de vida que comparto con otras chicas. Me gustaría tener la oportunidad de pasar de la teoría a la práctica. Además, necesito enriquecer mi equipaje personal y conocer nuevas realidades.
Aunque el viaje aún no ha comenzado, ya se han creado vínculos fuertes e intensos. Junto a Antonella, otra voluntaria, y Vaudete, nuestra tutora que nos sigue paso a paso por este camino hemos creado un grupo para comenzar nuestra experiencia, aunque sea en la distancia. Esta experiencia que estamos haciendo es algo inexplicable, sólo sé que es algo auténtico y sincero.
Aunque todas estamos en países distintos, cuando hablamos y nos vemos en video llamadas, es como si la distancia dejara de existir. En Antonella encontré una hermana. A pesar de que hablamos diferentes idiomas y tenemos diferentes experiencias de vida, siempre encontramos formas de entendernos. Vau, por su parte, es la hermana mayor, lista en cualquier momento para apoyarnos en nuestras ideas y darnos los consejos adecuados.
Aunque todavía no es posible ir a la Casa do Menor, puedo decir que ya he experimentado muchas de las sensaciones y emociones que me hubiera gustado experimentar como voluntaria. Lo más importante creo que es la Presencia, como nos dice el padre Renato (fundador de la Casa Do Menor); lo fundamental es precisamente la Presencia, estar ahí en cualquier momento y dar la vida por el otro. La cercanía al otro permite realizar cualquier proyecto de crecimiento. Y esto lo experimentamos todos los días en este pequeño grupo.
Durante nuestros encuentros nació en mí un fuerte deseo de realizar mi tesis de grado sobre la “Presencia Pedagógica” que nos enseña el Padre Renato. Profundizaré en esta intuición porque creo que es importante darla a conocer a más personas y, ¿Qué mejor que el ambiente universitario?
A la espera de estar físicamente presentes en Fortaleza, Antonella, Vau y yo hemos iniciado una especie de voluntariado online, durante el cual iniciaremos un intercambio con los chicos de la Casa do Menor. La intención es conocernos y fomentar una experiencia de comunión y diálogo intercultural, utilizando un lenguaje universal: el amor.
A pesar de las distancias geográficas que nos separan, el amor puede unirnos y este intercambio puede enriquecernos a cada uno de nosotros y hacernos sentir más cercanos y capaces de construir un mundo más unido.
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